En la iglesia de Castro en Chiloé había una vieja campana que daba las horas, sin embargo, no había reloj que dictara el momento. En toda la isla no había un solo reloj y un anciano del lugar era el encargado de hacer tañer la campana según su criterio. Nos lo cuenta Darwin en su relato del viaje alrededor del mundo en el Beagle. Una lectura fascinante que me tuvo absorto durante un tiempo hace algunos años.
A veces las circunstancias nos impiden hacer lo que nos gustaría, en periodos así, cuando no puedo salir a correr o a caminar por la montaña y me veo recluido en casa, la lectura es un refugio o quizá, más que un refugio, una puerta de escape. Durante uno de esos periodos leí el “Viaje de un naturalista alrededor del mundo”. Hay lecturas que te enganchan, que consumes con avidez impaciente y te secuestran la mente. Ésta sin embargo fue una lectura plácida y reposada que acompañé con la consulta de los mapas y fotografías de las regiones descritas por Darwin. Realicé su periplo con Google Earth sin dejar de maravillarme de lo que la tecnología nos ofrece. La misión principal del viaje era cartografiar la costa del Cono Sur, inexplorada en muchas regiones. Mientras Darwin contaba cómo remontaban el Río Santa Cruz, en la costa oriental, con sus chalupas a través de la pampa patagónica, iba describiendo los accidentes geográficos que yo podía ver en la pantalla de mi ordenador. El 20 de abril de 1834 llegaron al punto en el que el capitán Stoker, el único explorador que se había aventurado tan arriba, se dio la vuelta, a partir de ahí recorren terra incógnita. Pues bien, sólo 170 años después yo, sin moverme de mi casa, tengo una visión más o menos realista del lugar en tres dimensiones, generada gracias a fotografías obtenidas por satélite y transmitidas a través de fibra óptica hasta mi ordenador. Un año más tarde Darwin fue testigo, en la costa opuesta del continente, de la violenta erupción del volcán Osorno, entre Chiloé y Valdivia. Esta región está plagada de volcanes que de vez en cuando entran en erupción, como el célebre Chaitén en 2008 o el Puyehue hace unos días.
Hace poco Andoni nos lió a Iñaki y a mí para presentar un par de películas en la Semana montañera que el club Mendiriz-Mendi organiza en Hernani. Los Zuza son una familia transgeneracional: nada menos que 12 hermanos, varios, como el propio Iñaki, muy vinculados a la montaña. Recuerdo nuestras reuniones en la zapatería de su hermana Arantxa, donde gestábamos la mayor parte de nuestros planes montañeros. Iñaki Zuza es guía de montaña, un oficio necesario que poco a poco se ha ido consolidando, no sin dificultades, en nuestro país. Es de esa clase de profesionales que te enseñarán mucho más que el camino para subir a una montaña. En aquella proyección Iñaki presentó dos vídeos, uno de ellos relata la ascensión al volcán Llaima, cerca de Puerto Montt, que realizaron en 2003. Recuerdo, además de la cuidada realización de la película, la belleza de las figuras de las nubes en movimiento, llegando a la cima, que podéis ver en este vídeo. Esta montaña pertenece al grupo de volcanes al que me refería antes y entró en erupción el 5 de abril de 2009. Por suerte, Iñaki y sus clientes ya no estaban allí.
Pingback: Algo pasa al otro lado de la montaña |