Diana Nyad estableció en 1979 un récord de natación de largas distancias que todavía se mantiene imbatido. Fue una de las mejores especialistas del mundo hasta que se retiró al cumplir los 30. A partir de ese momento, aunque continuó vinculada al deporte a través de un programa de radio, no quiso saber nada de una actividad tan exigente física y, sobre todo, psicológicamente.
Diana Nyad nos cuenta que, tras la muerte de su madre con 82 años, un día se miró en el espejo y pensó algo así como que estaba a punto de perder el último tren para ver realizado un sueño que una vez tuvo. Obviamente, para una persona normal aquel tren hubiese estado perdido hacía mucho tiempo. Pero resulta evidente que Diana Nyad es una persona excepcional.
En 1978, cuando contaba 28 años, había intentado nadar desde Cuba hasta Florida: tuvo que retirarse cuando llevaba 40 horas nadando. Cuando Diana se miró en el espejo vio el rostro de una mujer de 60 años, probablemente pasaron muchas cosas por su cabeza, esas mismas que a ti y a mí, si ya tienes unos años, nos asaltan cuando miramos a nuestro alrededor y vemos a algunos compañeros con los que compartíamos correrías deportivas hace bastantes lustros, cuando nos miramos en el espejo buscando a aquel joven que no necesitaba mirarse en el espejo para justificarse. Y seguramente, como tú y como yo, pensó: ¿por qué no? ¿qué pierdo en el intento? ¿habrá acaso una oportunidad mejor más adelante?
Diana Nyad comenzó una nueva preparación para un viejo reto y ayer, 33 años después, se lanzó al agua recuperando aquella ilusión. Durante unas horas, esta vez fueron 29 hasta que esta mañana tuvo que abandonar, el tiempo no había pasado por su cabeza, inmersa en el agua, concentrada en su esfuerzo, fue la misma mujer en pos del mismo sueño.
Aunque esta vez tampoco pudo ser, Diana nos cuenta que no ha vivido la experiencia como un fracaso y que espera que su ejemplo sirva para que la gente mayor se anime a hacer deporte.
Los medios se hacen eco de la noticia destacando el hecho de que ha nadado sin jaula en aguas infestadas de tiburones, a mí ese dato me parece casi anecdótico (sobre todo porque no es verdad que esta mujer no haya tomado medidas al respecto en su travesía). Lo destacable me parece que, sin duda, esta formidable mujer de 61 años nos ha enseñado que siempre estamos a tiempo de perseguir nuestros sueños, que soñar no es un atributo de los jóvenes y que siempre merece la pena.
Persigamos nuestros sueños, cada uno el nuestro, cada cual a su medida.