Aquella moda posmoderna del relativismo cultural nos advierte contra la tentación de juzgar a tontas y a locas lo diferente. Nos recomienda encarecidamente no abominar de lo que quizá un contexto no compartido pueda justificar. Yo, que soy de natural pragmático y materialista no termino, en realidad ni siquiera empiezo a ver el fundamento filosófico que subyace bajo este manual para correr mejor y que, según el autor, es el aspecto más importante. Pero, en aras del respeto hacia lo diferente, trataré de no hacer un juicio muy destructivo: el libro me parece malo.
Si lo tomáramos por el lomo y sacudiéndolo fuerte pudiéramos desprendernos de todo lo superfluo, nos quedaríamos con 37 de las 237 páginas que tiene. Las otras doscientas contienen, a partes iguales, una dosis de conceptos poéticos sin fundamento (di que la poesía no tiene por qué tener fundamento) sobre el fluir de la energía a lo largo de tu cuerpo y algo de filosofía oriental, otra dosis de marketing versión teletienda tipo “El pasado julio asistí a un curso de tres clases contigo. Después de la segunda sesión, corrí el medio maratón de San Francisco y establecí mi récord personal, rebajando en 9 minutos mi anterior marca…” y una última dosis de algunos conceptos científicos endebles mezclados con otros erróneos.
El libro tiene, sin embargo, como 37 páginas que explican conceptos de biomecánica y de técnica de carrera que están bien. Pero aquí también hay un problemilla y es que el autor nos quiere hacer ver que él es el descubridor de todo ello, como si todos los deportistas aficionados y profesionales, entrenadores, técnicos y estudiosos del correr que hubo antes del advenimiento del «correr chi» hubiesen estado en la inopia.
O todo lo anterior, o yo soy tonto (que también puede), empeñado pero tonto. A ver, si no, por qué no entiendo esta “definición” del chi: “…es la energía dadora de vida que une cuerpo, mente y espíritu. Una fuerza invisible e inconmensurable que sólo puede conocerse por sus efectos y que se parece mucho al aire, que sólo puede verse cuando sopla a través de las hojas de un árbol o hincha un balón.” Digo lo de empeñado porque he leído unas cuantas veces el párrafo.
De todas formas, aunque seas un escéptico positivista como yo y aunque no habiendo oído hablar nunca del correr chi, corras con fluidez y alegría y no te lesiones desde hace años, date por jodido, el libro sigue teniendo razón: “Lo interesante acerca del chi es que, creas o no en él, se mueve igualmente dentro de tu cuerpo, porque si no lo hiciera estarías muerto. ¿Queda suficientemente claro?” Y, además, sirve para todo, para correr, para ser feliz, para ser un profesional competente, para practicar sexo,… cuando haces algo bien y disfrutas, es porque dejas fluir el chi, como Gebreselasie, como Lukas Bauer, como Fernando Alonso, como Adele, como Dustin Hoffman, como Messi, como Miquel Barceló.
Si queréis ahorraros los 25 euros del libro podéis ver el vídeo de abajo sobre la técnica de correr que explica de forma gráfica los postulados planteados en este libro en 2 minutos y medio de imágenes sin rollo metafísico. Eso sí, si os gusta el rollito zen, adelante. ¡Que lo disfrutéis!
En resumen, para mí, cuatro buenas ideas arruinadas por el condimento, con un tufillo a manual de autoayuda, tan de moda, y un toquecito de sándalo.
No entiendes “…es la energía dadora de vida que une cuerpo, mente y espíritu. Una fuerza invisible e inconmensurable que sólo puede conocerse por sus efectos y que se parece mucho al aire, que sólo puede verse cuando sopla a través de las hojas de un árbol o hincha un balón.” porque estas intentando comprender un concepto con el pensamiento y no con la emocion…
Un señor llamado Einstein, nada metafisico, hace años incluso escribio una formula sobre esto mismo. E=mc2.
Va a ser eso, que utilizo el pensamiento para comprender y las emociones para sentir ¡Nadie es perfecto! Gracias por tu comentario FeelingMad.