Durante una temporada y hasta la celebración de la Behobia-San Sebastián, los pueblos de la provincia son un hervidero de gente corriendo, cada fin de semana coinciden varias carreras que, a rebufo de la cita más popular de las carreras sobre asfalto, intentan atraer a corredores que toman por una vez las calles a golpe de zapatilla. A Mari, mi vecina, no le gusta, le incomoda. A ella, que tiene bar y se acuesta tarde, le molesta tanto trajín mañanero los domingos.
A Mari le gustan más las campañas éstas de pintxo y pote a un euro de los jueves. Se ve que los bares están por fomentar una costumbre tan nuestra y tan bonita como el txikiteo, de capa caída últimamente. La socialización en torno al alcohol y la gastronomía es algo que nos define a los vascos, tan majos nosotros. El otro día, unos bareros de Gros que se han sumado a la iniciativa, contaban en el periódico que uno se podía ir a casa cenado por cinco euros. Cenado y a cuatro patas. Bueno, eso yo, que soy un flojo, a un vasco de verdad hace falta algo más que cinco vinos para tumbarlo.
Mientras tanto y a pesar de mi vecina, miles de otros vecinos nos empeñamos en convertir el deporte en un fenómeno social y una actividad de socialización, y quedamos dos días a la semana con nuestros compañeros del gimnasio, o del trabajo, o del portal, para completar en compañía, mientras charlamos de nuestras cosas, el rutinario entrenamiento semanal. Lo que algunos vascos de ayer hacían con un vaso de vino en la mano temblorosa, otros lo hacemos hoy jadeando por las aceras. Y de vez en cuando nos damos nuestros festines, como esta mañana, para correr (o patinar) en los 15 kilómetros de Donostia.
CORREDORES
PATINADORES
Genial!!!!!!!!!Me ha encantado el reportaje,muy chulo.
Gracias Idoia, lo que es genial es el ánimo y el humor que demostráis corriendo. ¡Seguid así!