¡Qué duro es el deporte!

Semana en blanco. Mi maratón pende de un hilo, mejor dicho, de un ligamento, el lateral interno de la rodilla izquierda. Después del primer entrenamiento largo sobre asfalto un poco serio, 25 km a buen ritmo (para mí), tras los que acabé con ganas de seguir corriendo y aunque no noté nada extraño, a la mañana siguiente me levanté con la cara interna de la rodilla izquierda ligeramente dolorida. Lo normal. Descansé ese día y al día siguiente hice doce kilómetros tranquilos al mediodía y troté suave con Manu en el parque al atardecer 5 kilómetros (como hacemos todos los lunes). A partir de ahí el dolor fue poco a poco a más, pero el problema no es la intensidad del dolor, que me permitía incluso seguir corriendo, sino el aire de familia que tiene con otros dolores de ingrato recuerdo. Habrá quien se apresure a aclarar que todos los dolores son de ingrato recuerdo. Ese no sabe nada de la vida.

¡Nooooo!, para nada son iguales todos los dolores. Pocas cosas hay tan placenteras como el dolor, intenso y paralizante, que te deja postrado en el sillón después de haberte pegado la gran paliza en el monte o tras una buena carrera. ¿Qué me decís del dolor que te impide bajar las escaleras en condiciones después de un maratón? ¿O el dolor de espalda después de la Marxa Beret? Fuera del ámbito deportivo, supongo que el recuerdo del dolor del parto para una madre en cualquiera de los momentos de la vida en que se siente dichosa de serlo, tampoco debe ser ingrato (otra cosa es cuando ves a tu vástago treintañero llegar a casa con las botas de barro después del partidillo de futbito con los amigos del bar, dejando la bolsa de ropa sucia en la cocina para liarse un canuto en su habitación sin dar las buenas tardes y gritando aquello de ¡¿Qué hay para cenar?!).

En fin, la cosa es que este dolor me recuerda a otros que acabaron bajo el cuchillo, es un dolor puñetero e innoble, te olvidas de él, crees que ya no está y que mañana podrás reanudar el entrenamiento, hasta que giras la rodilla y ¡tic! Te recuerda que está ahí. Disimula, juega con tus percepciones, a ratos dices, parece un golpe, te palpas, clavas los dedos hurgando y se esconde, ya no está.

En casa no saben nada, me miran extrañados cuando preguntan a qué hora volveré de correr y digo que hoy no corro, pero todavía no se han dado cuenta de que llevo más de dos días. Hago como que estoy de buen humor y no digo nada. Prefiero ahorrarme los discursos.

Mientras tanto, los días de sol y temperaturas frescas se suceden y yo los miro pasar desde la ventana, sentado, esperando encerrado en la jaula. Y de vez en cuando palpo mi rodilla izquierda. Hay gente que dice que hacer deporte es duro y es verdad, lo es, cuando no puedes…

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2 respuestas a ¡Qué duro es el deporte!

  1. Rafa, tu te crees que los de casa no se han dado cuenta…, pero la mala leche que se nos pone a todos los «populares» cuando no podemos salir a entrenar es imposible disimularla. Nos falta la droga, y no encontramos metadona que nos satisfaga. Espero que solo sea un aviso y con un poco de descanso te recuperes y vuelvas a recuperar el ritmo, la sonrisa y el espiritu deportivo. Yo el dia 12 hice 24km a 5,10, el dia 16 le meti 18km. a 5, y este fin de semana he quedado con Polilla para subir desde la frontera francesa en el Valle de Aran hasta Vielha, unos 28/30, sera mi entreno mas largo, de ahí para adelante bajaremos los kilometros y subiremos un poco la intensidad, si el cuerpo lo asimila, que a nuestra edad ya no es facil. Mi objetivo como el año pasado es la liebre de 3h.30 y en los ultimos kilometros intentar terminar de atras para adelante. El año pasado 3h.27, y mucho mas satisfecho que cuando lo hice en 3h. La edad nos da perspectiva y valoramos mucho mas la superacion personal y el esfuerzo.
    Rafa, confio en que nos encontraremos en la salida de la Maraton. Ondo izan.

  2. Gracias por los ánimos Iñigo y dale duro, que está haciendo unos días buenísimos para entrenar. De todas formas, no estoy demasiado frustrado, he pasado épocas peores, como dices, la edad nos da perspectiva. Si no puedo correr, tendré que coger la bici (ya me jode, ahora que ha pasado el verano).
    Si no nos vemos en la salida del maratón, estaré en la acera animándote.
    Nos vemos.

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