Espectro Brocken en Aralar

Los fotógrafos saben bien que la belleza de un paisaje reside tanto, a veces más, en las cualidades de la luz que lo dibuja, como en las formas del relieve o los objetos que lo componen.

Entre los juegos caprichosos con los que la luz nos sorprende a veces en la montaña, hay uno particularmente bello y curioso, llamado espectro Brocken, que los montañeros habréis tenido la oportunidad de contemplar en más de una ocasión. Se produce cuando la luz, a nuestra espalda, proyecta nuestra sombra sobre un banco de nubes o de niebla a nuestros pies. La sombra se agiganta rodeada de un halo iridiscente.

Cuentan que Whymper y sus dos compañeros supervivientes se sintieron sobrecogidos y horrorizados al contemplar el espectro de sus propias sombras, proyectadas como tres cruces, en su trágico descenso tras la primera ascensión al Cervino, después de perder a sus compañeros en una caída. Sin duda se sentirían sobrecogidos y horrorizados por la muerte de sus camaradas, entre ellos Michel Croz, el magnífico guía de Chamonix y amigo de Wyhmper, con el que realizó la primera ascensión también a la Aiguille Verte. Sin embargo, cuesta creer que un montañero de la experiencia y el temple de Whymper fuera tan papanatas como para atribuir un origen sobrenatural a un efecto óptico que seguro que conocía. La leyenda de esta ilustración del libro de Whymper atribuye a los Taugwalder, padre e hijo, que le acompañaban, esa creencia.

El domingo pasado Josu y yo salimos de Larraitz temprano para ver y fotografiar el KV del Txindoki y animar a nuestros amigos Ioseba y Peio que corrían (podéis ver las fotos en cvckorrika). Flanqueamos la ladera Norte para ascender por el vallecito de Muitze entre la niebla y bien arriba, casi en la cima del cordal que se dirige hacia el Ganbo, salimos de un denso mar de nubes que cubría los valles hasta el horizonte. Con el sol a la espalda en un día radiante, desde Etitzegi, frente al Txindoki, descubrimos a nuestros pies el espectro Brocken en el que se dibujaban nuestras dos figuras.

Un precioso regalo.

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