El sarrio (Rupicapra rupicapra) es un animal emblemático del Pirineo. Cazado exhaustivamente hasta mediados del siglo pasado, cuando yo empecé a ir a esas montañas, siendo un chaval, verlos era siempre una experiencia excitante (lo sigue siendo para mí). Excitante y bastante frustrante, ya que el encuentro se producía, salvo excepciones, a mucha distancia y por poco tiempo, tal era el pavor que estos animales sentían por el ser humano. Recuerdo un encuentro en el collado de Estribiella, de sopetón y a pocos metros, que me dejó impactado.
En aquella época la población de sarrios era bastante pequeña, la caza sistemática a la que fueron sometidos y las enfermedades, hicieron que su número fuera menguando hasta poner a la especie en peligro. Afortunadamente hoy, a diferencia de lo ocurrido con el bucardo (Capra pyrenaica) al que hemos dejado desaparecer delante de nuestras narices, las medidas de protección han permitido un aumento de población que nos permite disfrutar de su compañía en nuestras salidas montañeras. Además, las nuevas generaciones de estos animales han cambiado su concepto sobre nuestra especie y se muestran mucho más confiadas (hasta cierto límite).
Esta mañana, mientras picábamos algo al pie del Marboré, este simpático sarrio no solo se ha acercado a observarnos (él a nosotros) sino que, además, nos ha dedicado esta bonita cabriola. ¡Gracias majo!