Cazando sarrios

Mañana de frontal y zapatillas. Salgo temprano de casa para subir a la Collarada bien acompañado. Beñat y Aitor vienen conmigo y subimos sin pausa, llegamos arriba justo a tiempo para cazar al primer sarrio que, entre brincos y carreras, consigue encaramarse en la cima. El Habib apenas jadea, lleva bastante ventaja al segundo y se toma su tiempo para abrigarse y beber algo, charla un rato con los de la organización y sonríe a la cámara. Se va como ha venido, saltando de piedra en piedra con la ligereza de una criatura habituada a este medio.

El resto de los sarrios van llegando, pletóricos algunos, desencajados los menos y yo busco, maniobrando con las pesadas cámaras, el ángulo más apropiado para disparar.

Estos sarrios se dejan cazar fácil, toleran bien al cazador y algunos, hasta se dejan seducir por la cámara y saludan, sonríen pese al esfuerzo o levantan un dedo en gesto de agradecimiento. Su corazón late acelerado por el esfuerzo, su respiración se agita buscando oxígeno en el aire enrarecido, tienen frío en las manos, les duelen las piernas, tienen sed, pero hay algo en sus ojos que les delata… lo están pasando bien.

Podéis ver las fotos en cvckorrika.

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