El Club Vasco de Camping va a traer a Donostia el Mendi Tour, la exhibición itinerante de películas premiadas en el Mendi Film, el festival de cine de montaña que se celebraba hasta ahora en Vitoria (y cuya sede pasa este año a Bilbao). El evento tendrá lugar en el mes de octubre. La semana pasada estuve con Txema y Juanfer cerrando la cartelera de películas que se exhibirán en nuestra ciudad. En la lista de propuestas que nos envió Jabier Baraiazarra hay algunas muy espectaculares, de esas que responden al gusto actual por lo impactante. Vivimos un tiempo donde parece que el mensaje debe estar condensado en píldoras concentradas que saturen la capacidad de recepción de estímulos del espectador, de manera explícita, sin nada que evocar más allá del fotograma.
Como espectadores, lo hemos visto casi todo. Esto pone el listón extraordinariamente alto y obliga a un esfuerzo considerable por parte de los realizadores para asombrarnos, para dejar su impronta en forma de un chispazo de emoción sobre nuestra corteza cerebral. Es tal el esfuerzo que, a veces, muchas veces, es más importante el registro en imágenes de la actividad, que la actividad en sí. Se gastan más recursos y energía en grabar unas buenas imágenes que en subir una montaña o en idear una buena historia.
Hace unos años estuve con Andoni en la visita que Denis Urubko, uno de los himalayistas contemporáneos más importantes, hizo a Mendiexpo. Mi amigo hizo la presentación de aquella conferencia, traducida del ruso por una traductora sin conocimientos de montaña y acompañada de algunas diapositivas bastante anodinas. Lo que a priori apuntaba a una sesión deslucida, fue sin embargo algo memorable: la personalidad, la energía y la determinación de aquel hombre menudo calaron en el auditorio, evocando el carácter extremo de sus hazañas mucho mejor de lo que ningún realizador hubiese podido, por muchos recursos y oficio que hubiese puesto en el empeño. Habrá gente que no esté de acuerdo con mi valoración, de hecho, a la salida tuve una encendida discusión con un conocido de los habituales del rocódromo, que tachó de chapucera la proyección. Sin embargo, yo no tengo ninguna duda, la sensación era la de estar frente a uno de los nombres propios en la historia del montañismo. Y eso ocurre muy pocas veces.
Los fotógrafos de fauna que pasan su tiempo tiritando de frío (o asfixiados de calor) en el hide durante horas para volverse, la mayor parte de las veces, con el carrete vacío, mantienen una gran lucha para que se califique de alguna forma la honestidad de sus trabajos. Ocurre que los editores de las revistas quieren imágenes impactantes, necesitan la foto de las fauces del lobo salpicadas de sangre en primer plano. Da igual que el lobo estuviera atado por la cola a una cadena… siempre que la cadena quede fuera del encuadre. Así, quienes eligen el camino de utilizar animales en cautividad, cebados, etc… rentabilizan mejor su trabajo.
Cuando veo una de estas películas que triunfan en los festivales de montaña, suelo hacer la siguiente reflexión: ¿son películas que se proponen, como Denis Urubko, enseñarme lo que hay detrás de la cámara o, por el contrario, películas que tratan de esconder lo que queda fuera del encuadre?
«Encordades» es una película que habla de la historia de nuestro montañismo, de la escalada en Cataluña a lo largo de varias generaciones, de la presencia de la mujer en un deporte de hombres donde, poco a poco, ha ido conquistando su espacio. Una película de las que, como decía antes, trata de enseñar mucho más de lo que muestra. Será una de las que se proyectarán en el teatro Principal de Donostia en octubre. Estaremos allí para verla. También tendremos oportunidad, entre otras cosas, de volver a temblar de frío junto al estoico Urubko y sus compañeros de expedición en «Cold».