La consumación de la amenaza ha conmocionado el mundillo del fútbol infantil guipuzcoano después de que este pasado fin de semana se haya hecho efectivo el plante frente a un equipo del fútbol base. El rival no compareció como medida de protesta. No es que la medida haya resultado sorprendente, venía anunciándose desde hace tiempo como consecuencia de un largo debate, lo que ocurre es que más de uno creía que no iba a pasar de ser una simple amenaza.
El fútbol se está convirtiendo en la gran enfermedad del deporte. La hipertrofia mediática de este fenómeno ha hecho que vaya creciendo sin ningún tipo de control, como un tumor maligno que deja sin alimento y destruye los tejidos circundantes, como prueba de ello, los concejales de nuestra ciudad aprueban por unanimidad y sin ningún rubor, que se despoje al estadio de Anoeta de sus pistas de atletismo, por ejemplo. El reclamo ejerce su poder a todos los niveles, desde los niños que sueñan con convertirse en estrellas hasta sus familias, que verían con buenos ojos que ese niño que apunta maneras fuera llamado un día a formar parte del firmamento de los elegidos. Esos padres parecen tener claro cuál es el camino hacia ese firmamento y los estamentos implicados se frotan las manos rentabilizando esa fábrica de sueños en su propio beneficio.
Me parece estupendo que tal cantidad de niños se interese por la práctica de un deporte, aunque sea el fútbol, ¿por qué no? El problema es que determinadas políticas de rendimiento no creo que sean las más apropiadas para implementar la práctica deportiva en la generalidad de la población. Están mucho más enfocadas a los intereses de unos pocos elegidos.
En Gipuzkoa las leyes del deporte infantil se aplican con rigor, desde hace años la Diputación sostiene una política de defensa del deporte escolar, formativo, englobado dentro del desarrollo del niño como individuo, frente al deporte de rendimiento, englobado dentro de los intereses de club o federativos. Es ésta una dicotomía que, en teoría, todo el mundo dice entender y respetar, aunque en la práctica se demuestra una y otra vez que no es así. Como digo, las medidas de la Diputación son severas, a veces mal entendidas o dolorosas y, aunque absolutamente pertinentes, muy, muy criticadas en el ámbito del fútbol base. Sin duda habrá errores en la ejecución de sus planteamientos pero… de verdad, prefiero los errores de la Diputación a los “aciertos” de los ingenieros del rendimiento cuando hablamos de niños de diez, doce años.
Pero en esta ocasión los tiros no van por ahí, llama la atención que los clubes enfrascados en la pelea sean precisamente los de más caché del fútbol donostiarra y que no creo que hayan pasado por el aro de la Diputación de muy buen grado precisamente. La lucha se ha convertido en una lucha de tiburones que pretenden pillar cacho. Porque resulta que ha venido el tiburón grande, como siempre, y se ha llevado la mejor tajada. Durante el verano ha debido de fichar a tal cantidad de jugadores que ha desmantelado a varios de estos equipos, según dicen. Esta práctica de tentar a los niños y a sus padres con la promesa de un mejor rendimiento no es exclusiva del tiburón grande, los pequeños también la utilizan con peces de menor porte, aunque de manera más comedida, siguiendo un “pacto entre caballeros” no escrito, según dicen. El tiburón grande dice que, ¡qué cojones! ni pacto ni historias, que la ley no dice nada de eso y ellos hacen lo que les conviene, que para eso pueden, que los demás, cuando pueden, hacen lo mismo.
Fea historia. Mientras tanto la Federación, en una maniobra propia de este tipo de instituciones, escurre el bulto. Ni sí, ni no, sino todo lo contrario, ésa es la conclusión que se puede sacar de la entrevista con su Presidente ayer en el DV (siento no poder enlazarla, está solo en la edición papel). Éstas deben ser el tipo de habilidades que uno requiere para mantenerse durante veintitantos años en el cargo, mientras las marejadas han ido dejando muchos cadáveres contra los arrecifes del fútbol guipuzcoano.
Arrazoi duzu, Rafa. Federazioak oso epel jokatu du beti Antiguokorekin, ez du inoiz gogorik erakutsi Diputazioaren eskola-kiroleko araudia betearazteko eta, orain, bonba lehertu zaio eskutan, Donostiako gainerako talde nagusi horiek ere ez baitira «aingeru zerutiarrak». Arazoa, ordea, oso sakona da: federazioa klubek aukeratzen dute -eta zuzendaritza hau behin eta berriz berretsi dute-, mutiko batek beste talde batekin fitxatxen duenean ez da gurasoen kontra izaten, gurasoek oso giro konpetitiboa eta txarra jartzen dute oso-oso adin gazteko ekipoen partidetan, ez daude behar beste arbitro, heroi bat -edo behartsu bat- izan behar delako zelai batera txilipituarekin ateratzeko… Azkenean, uste dut guraso jendeak duela arazo honen giltzaren zati bat, baina, epe motzera, agintaritzak -federazioak- hartu beharko luke, zalantzarik gabe, erabaki gogor eta atzeraezin bat, araudia betetzen ez duena ligatik kanpo utziz. Gainerako taldeek ere -Gipuzkoa ez baita hasten, ez amaitzen Donostian- errespetua merezi dute eta.
Kaixo Rafa guztiz ados, nire ustez konponbide bat litzateke Klubek jasotzen duten dirua, beraien jokalari bat profesional izatera iristen denean, denen artean banatzea. Zeren azkenean guzti honen atzean zer dago kirola, futbola ? nire ustez dirua. Eta errealeko jokalarik bat 120.000 euro uzten baditu ez zuzenean bideratu bere formazio klubea baizik eta banatu Gipuzkoar futbol taldeen artean. Hala ere luze datorren kontu bat da.