La carretera que remonta el puerto de Somport por la vertiente francesa recorre, a través del bosque mixto de hayas y coníferas, a los pies del circo de Aspe, un paisaje de gran belleza. Es un lugar que visito a menudo en distintas épocas del año y que nunca me decepciona. Siempre hay algún matiz sorprendente que renueva su belleza si nos detenemos a mirar.
La construcción del túnel de Somport fue una obra faraónica en la que se enterró una cantidad ingente de dinero al que, a juzgar por su escaso uso, no parece que se le sacara el debido rendimiento. Eran tiempos de vacas gordas, hoy más de uno se pregunta lo que podríamos hacer con aquel dinero. Eso sí, al desviar todo el tráfico de paso por su interior, el túnel ha convertido la vertiente francesa del puerto de Somport en un auténtico remanso de paz, en un lugar privilegiado para su uso lúdico, en bici o, como en este caso, en rollerski, disfrutando de su paisaje sin la presión del tráfico.