El sprint es una modalidad espectacular, muy del gusto de las tendencias actuales en el esquí de fondo, donde lo mediático dicta su ley frente a los nostálgicos que reclaman más pruebas individuales de larga distancia. La facilidad a la hora de trazar el circuito, la proximidad del público y la comodidad de la retransmisión (en los lugares del planeta en los que este deporte interesa) hacen que se prefiera el trazado de circuitos cortos incluso en las distancias largas y que éste de las carreras cortas y explosivas sea un formato cada vez más extendido. Los pases de una manga a la siguiente por eliminación le dan al sprint la emoción necesaria para que la «salsa» no se diluya en ningún momento de la carrera.
La tecnología va cambiando nuestros hábitos en todos los aspectos, también nuestros gustos. La inmediatez y la tiranía de lo visual en la narración van encerrando poco a poco el esquí de fondo de alta competición, un deporte nacido en los grandes espacios abiertos, para convertirlo casi en un deporte de salón recluido en un estadio. Además, las salidas en masa se imponen de forma que la soledad del esquiador de fondo es una sensación solo para los rezagados, mientras las figuras compiten a codazos en el barullo del pelotón durante horas, para regocijo del público.
Bajo una intensa nevada y con muy poca visibilidad, se celebró el pasado sábado una nueva edición del Sprint Salomon en el Plan de Beret. La adversa meteorología restó público a la carrera: como podéis ver en las imágenes, nevó con ganas.
Berta Morral se impuso, en categoría femenina, a Maialen López y Jara Minchot
Imanol Rojo, Ioseba Rojo y Nil Llarden coparon el pódium masculino.