«- Aquí los niños lo pasan muy mal. Roban, inhalan pegamento, se pelean entre ellos por la comida. La vida de la calle es muy dura y queremos ayudarles. Una forma de hacerlo es con el boxeo ¿entiendes?…”
“…Nabulungi jadeaba excitada, Tagan masajeaba sus brazos y su cuello. El brillo sudoroso mojaba su frente y su tórax, la camiseta estaba empapada antes de empezar el combate. En la otra esquina, una muchacha algo más alta que Nabulungi realizaba los mismos movimientos mientras recibía consejos, cerca de su oído, del entrenador. Sonó la campana…”
Las suaves colinas de Kampala es un relato espeluznante de Vicente Baos, cuya lectura os recomiendo. Vicente Baos es un médico de familia madrileño que en su blog “El Supositorio”, de contenido sanitario, guarda un rincón para este magnífico relato de ficción ambientado en una realidad que conoce de primera mano en la capital de Uganda.
El tema que aborda, la explotación infantil a través del deporte tiene, como todo, distintas caras en nuestro mundo de ricos y en ese otro mundo de los olvidados. Acomodados en nuestra vida de opulencia, vivimos la pérdida de nuestros privilegios como un drama, olvidando que aquello que a nosotros nos sobra tras ser despojados de lo que creíamos necesario, es todavía más de lo que muchos necesitan. Que no “poseemos” nada más allá del límite que marca la superficie de nuestra piel, que todo, absolutamente todo, es circunstancial y en todo caso, nos ha sido dado el privilegio de disfrutarlo por el hecho de nacer en el lugar y el momento oportunos.
La explotación infantil en el deporte, o a través del deporte, tiene dos caras, una brutal y sobrecogedora que retrata muy bien Vicente Baos, otra más sutil y a veces menos perceptible que, en nuestro mundo desarrollado, se oculta detrás de falsos pretextos que prometen un futuro mejor, igual que hace Mbazazi en el relato. El informe “Niños en competición”, elaborado por Save The Children, que podéis consultar aquí, habla de esa terrible realidad y de la vulneración a través del deporte del refugio inviolable que debería ser la infancia, en cualquier tiempo y lugar.