Guardetxe es un hervidero de gente, los más madrugadores han aparcado ya sus coches y se han perdido por el bosque marcando una huella que se agradece. Junto al vetusto edificio, un pequeño grupo se afana nervioso preparando sus esquís. Soplete en mano se pasan sus tubos misteriosos, maldicen el pringue de sus dedos, frotan con ahínco, corren de un lado para otro pasándose trapos, rasquetas, botes y otros útiles extraños. Hay un hombre vestido de oscuro, delgado y alto, que parece oficiar de maestro de ceremonias, los jóvenes acuden a él, le preguntan, le muestran el resultado de su trabajo y éste asiente con la cabeza, da un último consejo o frunce el ceño en un gesto de reprobación, de vez en cuando mira hacia arriba y sus ojos azules se pierden en la lejanía, calibrando el color del cielo, el movimiento de las ramas o quizá el goteo lento pero perceptible de la nieve que se derrite.
Partimos hacia Igaratza convencidos de la bondad de nuestros esquís, equipados con dos delgadas tiras de piel de foca que nos evitan esos quebraderos de cabeza… ¡Hay gente a la que le gusta complicarse la vida!
No hemos llegado a Pagomari cuando el deslizar suave de unos esquís y el sonido acompasado de los palos al apoyar, nos advierten que alguien nos da alcance, nos apartamos y uno a uno los jóvenes, con el hombre alto a la cabeza, nos adelantan saludando con un gesto de agradecimiento, sus movimientos amplios y sincronizados y el avance fácil de sus tablas nos advierten de lo equivocado de nuestras convicciones a veces.
Han pasado casi cuarenta años desde aquel día de esquí en Aralar, cuarenta años de idas y vueltas, de nevadas gloriosas e inviernos miserables sin un copo. Casi cuarenta años tras los cuales la vieja Casa del Guarda ya no existe, las pistas se pisan con grandes máquinas y los esquís se fabrican con fibra de carbono. El curso de los acontecimientos ha trasvasado el contingente de esquiadores a las pistas del Pirineo, más cómodas y preparadas.
Sin embargo, es fácil que quien haya estado en Aralar este domingo, disfrutando de esta temprana nevada de noviembre, haya podido toparse, en los alrededores de Pagomari, con un hombre alto y delgado, vestido de oscuro, deslizándose silencioso sobre sus tablas…

Con Juan en el Club Vasco de Camping preparando la exposición de diciembre, que se titulará como su libro: «Esquí ideal, esquí de fondo».
A Rolex y …
Un esquiador baja serpenteando por un bosque con un palmo de nieve vistiendo sus ramas: Paga-zuri. El viento del NE ha acumulado un generoso colchón, suficiente para meter la pata hasta las gónadas o enterrar las tablas por las espinillas. Para, se ríe y grita.
Un poco más arriba, en el descampado donde acaba el bosque, la ventisca borra cualquier huella casi de inmediato y la niebla apenas deja ver unos pocos metros. Mejor hacer compañía a los ciervos del Araza (3 en la vertiente norte y uno en la sur) y disfrutar de este polvoronazo, frío y seco, por debajo del techo de nubes, hacia Berretin, como ha hecho a la subida hacia Marquina entre ratos de sol (los únicos claros, cantos de sirena, a la redonda).
Por Los Arrastraderos los árboles conservan sus hojas todavía de otoño y a sus pies nevados se pueden recoger rúsulas blancas o lenguas de vaca, que pueden acompañar a los garbanzos en el caldo de verduras y langostinos. Un cava para celebrarlo. Porque parar en el Decathlon a comprar unas gafas de ventisca un sábado por la noche es otra cosa, es sumergirse en una marabunta embutida en ropas de ventisca que mira asombrada a alguien sin calcetines y con mejillas de ventisca.
En el lavadero Zárate ha quedado sola una furgoneta, mientras bajaba otra de la Cruz Roja.
______________________
La Ertzaintza rescata en el Gorbea a una mujer herida y un hombre extraviado
La Unidad de Rescate de la Ertzaintza sale al auxilio de montañeros heridos y perdidos
Rescatado un montañero de Vitoria extraviado en el macizo del Gorbea
Se trata del segundo incidente que se produce en la zona en las últimas horas, ya que otra montañera resultó herida en una pierna tras sufrir una caída en la vertiente alavesa del macizo
Rescatan a 2 montañeros en el Gorbea
La nieve depositada y una fuerte ventisca dificultaron el ascenso de los equipos de rescate, que no lograron localizarle hasta las 21.00 horas