Un mundo de oportunidades

rocoSe habían ido todos. Sentado sobre la colchoneta, en mitad de la sala, contemplaba ante mí los paneles plagados de presas. Pensaba en la infinidad de combinaciones posibles, en el juego interminable de movimientos y se me ocurrió que todas esas opciones se ofrecían ante mí para ser interpretadas de dos maneras: como un mundo de limitaciones o un mundo de oportunidades, creo que la diferencia depende de la actitud personal de cada uno. En la vida ocurre exactamente igual.

Con cincuenta y cuatro años y una práctica muy irregular a lo largo de mi vida, mis ambiciones en lo que respecta a la escalada no son muy grandes. He compartido muchas horas de entrenamiento en el rocódromo con gente unos cuantos años más joven que yo y unos cuantos grados más competente. Lejos de frustrarme o sentirme mal, eso ha supuesto siempre un estímulo y una fuente de aprendizaje para mí. Últimamente coincido con Xabi Galpar muchos lunes, miércoles y viernes al mediodía, nuestra hora. Nos montamos nuestras propuestas, las trabajamos, nos picamos, apretamos a muerte hasta resolverlas y hacemos unas risas… ¿el grado, a quién le importa? El ambiente del Pío al mediodía es muy especial, hay gente con la que llevo coincidiendo más de diez años allí. Puede que no hayamos escalado juntos nunca, que nuestras capacidades y nuestros gustos por la escalada sean muy dispares, sin embargo, hay un ambiente de complicidad que nos hace sentir cómodos, a gusto, disfrutando con los progresos propios y ajenos.

Escribo esto después de haber pasado la tarde escalando en Sta Bárbara con Andoni, haciendo las vías de siempre, esas que, a pesar de haberlas hecho tantas veces, me siguen exigiendo ese punto de atención y de esfuerzo… sin pasarse. Además de alguna escapadita por el Piri a hacer clásicas, éstas son mis ambiciones escaladoras en la cincuentena, poder seguir disfrutando con mis amigos de un deporte que empecé a practicar en esas mismas paredes a los catorce, cuando subía andando desde Hernani con los Gorrotxas hace ¡cuarenta años! Por cierto, esta tarde en Sta Bárbara eran todo caras conocidas, no más de media docena y con un promedio de edad por encima de los cuarenta y cinco. Curioso.

Leía hace poco que Francisco Marín, el padre de Edu Marín, había encadenado 8b+ a la edad de sesenta y un años. Es impresionante. No sé cuál podría ser la equivalencia si tradujéramos ese logro a alguna disciplina atlética como el salto de altura o los cien metros lisos, pero seguro que nos caeríamos de culo. Creo que, con todo merecimiento, Edu Marín debería ser conocido en adelante como el hijo del “Novato”, el apodo de su padre. Me quedo con una frase del vídeo, nos dice Francisco Marín que se siente un privilegiado, no por poder hacer el grado que hace, sino por poder seguir disfrutando de la escalada, de la montaña, de los amigos…

¡Pues eso! Ver la botella medio llena puede ser la fórmula para seguir disfrutando para quienes no tenemos el talento de Francisco Marín “Novato”, ni destacaremos nunca por nuestras marcas.

Un mundo de oportunidades, mejor que un mundo de limitaciones.

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2 respuestas a Un mundo de oportunidades

  1. Miren dijo:

    ¡precioso Rafa, me ha encantado!

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