Quien dijo aquello de que el tiempo todo lo cura, debía estar pensando en la hipoteca.
El aire de este septiembre caluroso acaricia mi cuerpo mientras me dirijo hacia la huerta en mi moto urbana, con una inusual sensación de libertad.
Nubes de algodón se dibujan en el cielo veraniego, de azul intenso.
Recojo unos puerros, veo que las gallinas tengan agua, que las malas hierbas no invadan las espinacas.
Esta tarde… hummm… esta tarde subiré a escalar a Santa Bárbara, ¡ya plantaré las borrajas otro día!
A veces la vida es bastante simple… terminar de pagar la hipoteca ayuda.
Voy a ver si preparo la mochila.
Ayuda…y mucho! Pero como se vaya al traste la cosecha se borrajas por tu retraso, tendremos unas palabritas! Disfrutaaaaaaaa