Autorretrato

vzaDetenida en medio de la vorágine del torrente, la hoja de abedul se resiste a seguir el curso inexorable de las cosas que no tienen remedio. Como si su esfuerzo sirviera de algo. Como si varada sobre esa piedra, como una tabla de salvación, el otoño no fuera a dar paso al invierno. Como si el simple hecho de no dejarse arrastrar evitara de algún modo lo que está escrito, lo que dicta su propia naturaleza perecedera.

Sebastián nos confía su frustración: no hay nieve, las estaciones no podrán trabajar el puente de la Constitución, no habrá clientes, no habrá negocio. Se lamenta de este otoño suave, de las nevadas efímeras de la pasada semana y, más bien cegado por el deseo que con la convicción de las pruebas, vaticina un invierno de nieves abundantes. Como hace dos años, dice.

Hace tiempo que dejé de mirar al cielo con antelación, hace tiempo que dejé de estudiar los modelos (en realidad eso, no lo hice nunca), hace tiempo que dejé de atender a los partes. El día que toca, me acomodo. Si hay nieve, plan de nieve, si hay lluvia, plan de lluvia, si hace calor… pues eso.

Me dejo arrastrar por el torrente flotando sobre la espuma que me lleva, escuchando ese sonido blando de las burbujas al romperse, el gorgoteo de la corriente que se arremolina a mi alrededor, navegando por paisajes imprevistos.

Repienso esta metáfora hasta que descubro, en las burbujas más grandes de esa espuma en movimiento, mi propia figura retratada.

Miradla de nuevo y me descubriréis.

Esta entrada fue publicada en Uncategorized y etiquetada . Guarda el enlace permanente.

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s