Destino turístico universal y epicentro de la historia del alpinismo, para mí ha sido, las pocas veces que lo he visitado, lugar de paso. Esta vez fuimos a pasar una semana en el valle. La primera vez que estuve, hace ya treinta y cinco años, me impresionó el glaciar de Bossons, que entraba casi hasta nuestra tienda montada en aquel camping salvaje al otro lado de la carretera: la montaña se comía la urbe. Esta vez me ha impresionado la red de teleféricos y trenecillos, de cabañas con baretos, refugios, helicópteros, senderos habilitados con escalas, que trepan por las laderas: la urbe se quiere comer la montaña. Las cifras impresionan: Chamonix es el tercer entorno natural más visitado del mundo, 200.000 turistas subieron el agosto pasado en el tren cremallera a Montenvers, el teleférico a la Aiguille du Midi sube a 5000 personas al día, entre 2000 y 3000 personas ascienden cada año al Mont Blanc…
1 Teleférico de la Aiguille du Midi. Turistas de zapatilla y de bota dura comparten el reducido espacio del cestillo que cuelga sobre el abismo. Dos mundos no tan distantes, aunque sí bastante herméticos.
2 Escalada clásica. Dos escaladores tras coronar la cara Sur de la Aiguille du Midi. El rapel les llevará directos a una de las terrazas de la estación del teleférico, donde los turistas les recibirán entusiasmados.
3 Escalada deportiva. Federica Mingolla escalando “Digital Crack”, la vía de 8a a mayor altitud de Europa (3800m). Primera femenina.
4 Parapente. Darse el gusto de flotar en el aire sobre las montañas más altas del continente.
5 Helicóptero entre torretas de teleférico. Los helicópteros sobrevuelan sin parar el valle, sumándose al barullo general, las pegatinas de esta empresa añaden, además, su toque de mal gusto.
6 Últimas luces en el col des Montets. De todas formas, hay razones innegables por las que el valle sigue siendo el centro del universo montañero.
7 Aiguille Verte y Dru. Como las paredes donde se ha escrito la historia.
8 Aiguille du Chardonnet. O la belleza de sus montañas, que te asalta en cualquier recodo del camino.
9 Lis Martagón en el bosque de Montroc. Sus pequeños tesoros escondidos en los rincones sombríos del bosque.
10 Mont Blanc. Y, sobre todo, el gran cabezón, que domina el valle y atrae todas las miradas.
11 La luna tras la cima del Dru. Pese al asedio de infraestruturas en sus laderas y a su salvaje masificación, estas montañas nunca dejarán de ofrecernos momentos mágicos.