Hay relatos, imágenes, vivencias, que son inspiradoras. Transcurrido el tiempo nos damos cuenta de su valor determinante en nuestras vidas. No tienen por qué ser acontecimientos importantes, simplemente han podido encender una pequeña llama que, a veces contra todo pronóstico, permanece encendida y se agranda…
Hace unos meses escribí un post sobre «Agur Everest», la película que relata los esfuerzos de las dos primeras expediciones vascas a aquella montaña hasta conseguir situar a un hombre en la cumbre. El post venía a cuento porque la película se proyectó ante el público, después de muchos años, acompañando a la exposición Mendia, sobre la historia del montañismo vasco.
En aquel post de viejaszapatillas.com hacía referencia a esta fotografía publicada en un número del “Selecciones” del Reader’s Digest que circulaba por mi casa cuando yo era niño y que creía desaparecido. Se lo comenté entonces a mi madre y ayer, que fui a visitarla, me dio la alegría de estar esperándome con aquel libro, que por supuesto, me he traído a casa.
Comparto aquí la foto de la expedición inglesa de 1953 al Everest y, si queréis, podéis leer aquí el post para ponerla en contexto.