Deslizar sobre los campos nevados con mis viejas zapatillas y unos esquís ligeros es uno de los máximos placeres que puedo experimentar. Una búsqueda constante del momento y el lugar oportunos me brindan, de vez en cuando, la oportunidad de practicarlo.

El otro día se dio una de esas circunstancias: el día, la calidad y distribución de la nieve y también las características del relieve, se pusieron de acuerdo para brindarnos la posibilidad de un paseo delicioso. Sin la exigencia de la búsqueda de la velocidad, sin las restricciones de un camino trazado, casi sin esfuerzo, dibujé junto a Manu la huella de nuestros pasos por las colinas que rodean la casa donde vive Josu en Lajoux. Un placer que me ha traído a la memoria, cuarenta años después, aquellos primeros de descubrimiento en Aralar, aquella actividad de la que quedé prendado entonces y que es el verdadero motivo por el que sigo buscando el momento de calzarme unos esquís…