Estrellas dobles

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“De vez en cuando, ella giraba enérgica la cabeza y aquel grueso hilo de pelo volaba sobre sus hombros para quedar a la altura del pecho, donde con las dos manos y de arriba abajo, prensaba la trenza que goteaba por aquel mechón último. Y el agua caía entonces robando destellos al sol implacable de agosto. Gruesas gotas de una breve lluvia que parecía detenerse en el aire cálido de la orilla del río.”

He leído “Estrellas dobles”, un cuento escrito por Luis Ibergallartu con ilustraciones de Andrea Nogués Gil y me ha gustado mucho. Habla del amor (y del desamor), de la fatalidad, del transcurso inexorable de la vida y de la añoranza de la infancia como refugio. 60 páginas de relato sensible y emocionado: conociéndole, no esperaba menos de Luis.

¡Cómo no enamorarse de la niña de la trenza! A lo largo de las páginas de “Estrellas dobles” es fácil empatizar con los personajes y seguir los hilos enmarañados que conducen a nuestros propios recuerdos, sentir el sabor agridulce de lo que fue y dejo de ser, o de lo que quisimos que fuera y nunca fue.

Hay una lección sobre la vida en esta breve historia contada a través de una mirada cargada de sentimiento.

Aunque te deje un nudo en la garganta (o precisamente por eso):

¡Muchas gracias, Luis!

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