
Edu escalando en el Huso de Etxauri
En la medida en que los deportes en la naturaleza se han ido masificando, las necesidades de control y regulación se han ido haciendo cada vez más necesarias. En la escalada deportiva, la instalación de anclajes permanentes actúa como un imán atrayendo practicantes y esa aglomeración de gente hace que se busquen nuevas alternativas, extendiendo el área de acción a nuevos roquedos antes a salvo de la presencia humana.
Pero esos roquedos tienen sus propios habitantes, habitantes adaptados a unas condiciones muy específicas, que toleran mal la presencia humana y muchas veces sin hábitats alternativos cuando los echamos de su entorno.
Por lo que conozco directamente, los equipadores son conscientes de esa realidad y actúan de manera responsable, informándose antes de equipar, respetando las directrices marcadas por los técnicos de medio ambiente y desequipando, si fuera preciso, vías en lugares en los que así se les requiere.
Por parte de los propios escaladores la actitud es también más responsable cada vez y, aunque me consta que a veces a regañadientes, creo que en general se respetan las recomendaciones. El problema a veces es el de estar bien informados en cuanto a las restricciones parciales, las que afectan a determinados sectores de un área de escalada o a las limitaciones temporales.
La Federación Guipuzcoana acaba de notificar las restricciones actualizadas de la escalada en el territorio, según el acuerdo GMF – Diputación de Gipuzkoa. Como escaladores, nos toca respetarlas. Sobre todo por el bien del entorno, pero también por el futuro del deporte que practicamos.
Esta es la situación: