El 16 de febrero hemos culminado un proyecto que comenzó hace cuatro meses, cuando en compañía de Juancar Sanz escalé la Rock Circus, una vía de Antxon Gorrotxategi y sus amigos en Ziordia. Al aproximarnos al pie de vía me fijé en una bonita placa vertical surcada por las características “gotas de agua”, producto de la erosión de la caliza, que tanto abundan en la roca de esa zona. Pensé que, de haber abierto yo la vía, hubiese querido entrar por allí, y no por la zona salpicada de vegetación por la que estábamos subiendo. Pero claro, es lo de siempre, los que escalamos vías abiertas y equipadas por otros, llegamos y decimos: esto me gusta, esto no me gusta, yo lo hubiese hecho así o eso no debería estar ahí. En definitiva, criticamos. Supongo que un equipador estará acostumbrado/resignado a ello. En fin, que tendrá callo y, ante comentarios así, pensará: «pues hazlo tú».
Esta vez, y sin el propósito claro de equipar una vía, pensé que tenía que darme simplemente el gusto de trepar por esa placa compacta de caliza adherente, que prometía desde la distancia una escalada fina y de movimientos delicados que me encanta. Así que, un día que íbamos a hacer deportiva a otro sitio, les pedí/supliqué/amenacé/soborné a Andoni y a Xabi para que me dieran la satisfacción de intentarlo. A regañadientes, aceptaron (también es verdad que conducía yo). Hicimos el primer largo de la RC y, a mitad del segundo, me dirigí en una larga travesía hacia la derecha hasta llegar a un árbol, que ya había fichado con Juancar, y nos descolgamos los tres por la vertical de la placa para escalarla en Top Rope.

Sergio en la primera placa
Había que limpiar de vegetación la propia placa, y mucho más la salida para darle continuidad por una segunda placa bajo un pequeño desplome, pero volví convencido de que merecía la pena intentarlo. Mi propuesta era hacer una variante de tres largos hasta la R4 de la Rock Circus tras la travesía. El nombre, teniendo esto en cuenta, estaba claro: Pop Circus.
Quien haya escalado en Egino o Ziordia sabe la cantidad de vegetación que surge de cualquier fisura o en la menor oquedad de la roca. Pero solo el que haya equipado allí sabe lo que cuesta limpiar una línea para que quede escalable (eso sí, para que venga alguien por detrás y diga, con retintín, que hay “mucho perejil”). Pensar o diseñar la vía y darle al taladro es el trabajo fácil, lo duro es pelear contra la abundante vegetación de todo calibre y limpiar de tierra las fisuras, aunque la tarea se hace siempre con ilusión porque, como dice Stig, donde hay matojo, hay canto. Lo que no estaba nada claro era de dónde iba a sacar la mano de obra para compartir la tarea. A los amigos que me habían acompañado, más dados al grado y a la escalada para “gourmets”, no los veía peleando con las zarzas para abrir una vía que podía finalmente resultar un truño, a juicio de la élite (¡es broma, chavales, os quiero un montón!).

Preparando la linea de rápeles
Me acordé entonces de Sergio Martín, enfermo por la escalada limpia, que me había dicho en alguna ocasión que le apetecía practicar esa modalidad de exploración que es diseñar y equipar una vía. Bueno, pues desde que le insinué la propuesta, además de darle a la herramienta, no hemos parado de comernos la oreja durante estos cuatro meses, discutiendo la estrategia más conveniente sobre cada centímetro de la Pop Circus, pensando y repensando los seguros y cada movimiento a medida que aparecían nuevos puentes de roca o fisuras de agarres y emplazamientos para seguros inesperados. Hasta la obsesión, porque claro, los meses de invierno nos han condicionado el ir a la vía con cuentagotas, el resto del tiempo ha sido de darles vueltas a las fotos y tratar de desentrañar lo que nos esperaba.
Fichado Sergio, hablé con Antxon para comentarle la propuesta de hacer una variante que combinara con su vía. No solo le pareció bien (me comentó que él también había pensado en esa línea), sino que me propuso continuar la vía a partir de nuestra R3 por un buen paño de roca a la izquierda de la RC, donde se veía que podía salir un largo guapo, bastante vertical. Tras darle unas cuantas vueltas, llegué con Sergio a la conclusión de que podíamos, ya puestos, añadir a nuestra vía un último largo, el quinto (que además ha resultado tener una pequeña guinda como colofón del pastel), un poco a la izquierda del último de la RC, y hacer una vía totalmente independiente.

Muchos días de bajar a oscuras
En eso hemos pasado este invierno, desde que nos pusimos a la tarea a principios de noviembre, hasta que encadenamos los cinco largos seguidos (por fin sin tener que transportar nada para arriba y para abajo, ¡qué goce!) la semana pasada, repartiéndonos la tarea a medias: el que un día hizo los largos pares de primero, al día siguiente hizo los impares.
Lo que sí tuvimos claro desde el primer día fue que, independientemente de la dificultad que saliera, queríamos una vía de autoprotección, por eso nos empeñamos en limpiar las fisuras al máximo y desnudar de vegetación y de tierra los puentes de roca. Equipamos, eso sí, las reuniones con parabolt y las zonas de placa compacta como la del inicio (3 parabolts y un puente de roca instalado) que no se pueden proteger de otra forma. Hemos dejado varios puentes de roca instalados, no muchos, solo aquellos de difícil emplazamiento (por la dificultad de enhebrarlos o por lo comprometido del lugar), pero hay otros muchos, más o menos visibles. A lo largo de sus 200m, la vía va buscando las fisuras evidentes, que nos dejan meter lo que queramos y, en general, en posición cómoda (juego completo de tótem, incluido el naranja, o camalot hasta el 2, además de fisus, que entran a placer en varios emplazamientos y, como digo, cintas para puentes de roca). Particularmente la fisura vertical del L4 es muy gozosa, hasta salir a una placa de movimientos finos con dos puentes lazados y un parabolt. Nos parece que cada largo, independientemente del grado, aporta algún paso bonito y coincidimos ambos en que el más elegante es el L4.

Preparando la pequeña motosierra
Hablando de grado, nos resulta difícil graduar movimientos que hemos repetido unas cuantas veces y que, además, en algunos casos han bajado de grado al limpiar nuevos agarres. La graduación del croquis es nuestra propuesta final, abierta a modificaciones, por supuesto. Hay una cosa que está clara, el grado obligado debe ser, sin ninguna duda, un 6a, mínimo.
En el siguiente post os proporcionaremos una descripción más técnica y sin tanto rollo de la vía, además del croquis detallado. Esperamos que la disfrutéis, nos encantaría que nos hicierais llegar vuestras impresiones, favorables o no. Lo publicaremos en unos días, cuando terminemos de equipar la línea de rápeles que estamos limpiando y preparando junto a la vía.
(Supongo que un proyecto de estos no se hace sin la ayuda de más gente. Desde luego, en nuestro caso, es así. Por eso, gracias a Juancar Sanz por ir conmigo aquel día de la víbora en el que comentamos lo bonita que era la primera placa, a Andoni Arabaolaza y a Xabi Gardeazabal por concederme el capricho de darle (Xabi fue el primero que lo hizo), a Stig Larrañaga por ayudarnos y aconsejarnos en la logística y con la aportación de material de nuestro club, el Club Vasco de Camping, a Antxon Gorrotxategi también por sus consejos y por la propuesta del L4 y a Joseba Arlegi (curiosamente, él también se había fijado en la placa del L1) por facilitarnos el material de la Federación Navarra para los rápeles.)
Zorionaaaaak Rafa y Sergio!
Buen curro os habéis pegado! Me ha pasado el enlace Sergio.
Soy Mikel, un viejo colega de esos mediodías en el roco Rafa!
Cuando me vuelva a poner un poquito a tono habrá que ir a darle!
¡Encantado, Mikel! A ver si es verdad.
No dejo de tener noticias tuyas a través de Sergio. Estamos…
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