— No puede ser esa, la he mirado cada vez que pasaba y no he visto ningún clavo viejo.
— Sí, sí, es esa seguro, mira el dibujo.
— No creo —Sergio insiste.
— Te digo yo que no hay otra aguja con esa forma en todo Ziordia. Mira, lo dice aquí: “a la derecha del Espolón”.
— Mmmmh, no creo…
— Una cerveza a que es, mira el diedro — Lo señalo retador en el croquis.
— Venga, una cerveza. Dala por perdida, ahí dice que hay algún clavo y, salvo que alguien los haya quitado…
Vamos camino de las paredes de Ziordia, el día amanece gris y frío, en la Venta de Egino bajar del coche ha sido casi un gesto automático, mejor no pensar en ir a escalar, simplemente un mal trago entre el calorcito del coche y el de la pequeña taberna, concurrida por algunos camioneros a esa hora. Hemos dejado que el día clareara antes de salir. Nuestro objetivo es hacer algunas tareas de acondicionamiento en Begipean, la última vía que abrimos aquí. Hay que instalar en condiciones el rápel y alguna reunión.

Con Bixen Itxaso, uno de los aperturistas
Hace unos días trataba de poner orden en la información que hemos ido recopilando sobre Ziordia para el croquis general que está elaborando Juancar Sanz. Sabía que Iñaki Zuza había estado explorando alguna vieja vía a la izquierda del Espolón Ziordia, por la zona de Zazpika, y le escribí para tratar de aclarar nuestras dudas. Su respuesta, además de arrojar una luz valiosa sobre el asunto, contenía información sobre una vía, la “Iradierti”, abierta en 1972 por nuestro compañero de club Bixen Itxaso y JC Caballero en el “Monolito Artajo”, un bonito nombre que ninguno habíamos oído como topónimo de la zona. La reseña de Vicente Perales (Eguino, paseos en vertical) empieza con un tentador “Aunque tenemos pocos datos…” y termina con un definitivamente atrayente “Aunque no lo conocemos con seguridad…” Semejante invitación se me hacía irresistible. Visto el dibujo del croquis, yo estaba bastante seguro de su localización. Habíamos pasado por debajo un montón de veces, cada vez, Sergio me había dicho: “cuando acabemos los proyectos, le tenemos que dar a ese diedro, ¡qué pinta más chula!” Y cada vez, se quedaba allí mirando un rato.
Hoy no le he dicho nada, pero mi plan secreto es intentar “darle”. Y es secreto porque si veo que hace frío, que está la pared húmeda, que hay mucha vegetación, no diré nada, que este se me calienta enseguida y luego no hay quien lo sujete. Así que, cuando llegamos, está a punto de llover, hace frío y hay unos matojos del carajo en la vía… pero se me calienta la boca. Anda que…
— Oye, estoy seguro de que es este el monolito Artajo. Le podíamos dar.
Y ahí estamos, mirando y discutiendo. Hasta que subo un poco por la pedrera y lo veo.
— Sergio, me debes una cerveza.
— ¿Qué dices?
— Mira, ven aquí — Y le señalo un clavo roñoso con su anilla de alambre clavado en una fisura del diedro.
— Ostrás, pues sí.
— ¿Le damos?
— ¡Le damos!
La vía no son más que 35 metros, un largo y abajo. De todas formas, vemos que en lugar de la entrada original, en travesía hacia la derecha por una placa con algunos buzones de buen tamaño, puede quedar más elegante si le metemos de más abajo, por una fisura muy lógica que nace al pie del monolito y accede al diedro de derecha a izquierda añadiendo otros diez metros más a la vía. El pie de vía es además más cómodo.
No lo hablamos mucho más, descargamos los bártulos y Sergio se pertrecha, está fuerte y motivado. Va a ir él de primero, como debe ser, mi forma física deplorable y mi olfato de perro viejo me hacen desconfiar de una graduación de 1972 que habla de V-, de A0 y de IV+ que luego te contaré… Mi misión será escalar de segundo e ir limpiando de bloques sueltos y vegetación que dificulten la progresión o la protección de la vía.
Sergio gestiona la escalada muy bien, peleando la entrada en el diedro (el paso más duro entrando por la derecha), donde se le rompe un canto y vuela sacando de su alojamiento dos fisureros pequeños, hasta que el tótem azul, bien apalancado en una fisura bajo el techo inicial, cumple como un campeón. Tras un respiro, vuelta a la escalada y poco a poco va ganando metros por el diedro que dicen de IV (dejad que me ría. Bueno, no me río, en realidad estaba seguro de que iba a ser así). Al final del diedro, Sergio sale en una zancada amplia al filo de la derecha, más difícil pero de roca mucho más solida que la salida original por la izquierda. Monta la reunión y le doy yo, sin demasiada historia, más que la pelea con la maleza y los consiguientes arañazos que me dejan las manos hechas cisco. Limpio el recorrido en plan bulldozer (llevándome algún canto bueno pero peligroso de los que la siguiente vez que vas, echas de menos) y compruebo por enésima vez lo de la graduación “recia” de tiempos pasados.
En el recorrido han quedado varios clavos. Tres de ellos originales y dos que dejamos nosotros, uno al final de la fisura antes del paso duro y otro en la variante de salida por la derecha (que nos gustaría realojarlo, porque puede quedar mejor). Quedan también los restos de un viejo taco de madera.
El detalle simpático de la vía está arriba, en el árbol desde el que se rapela al otro lado. La cinta en doble que envolvía el tronco, con su anilla colgando, sigue allí desde 1972, pero envuelta en la corteza del árbol, el musgo y los líquenes, totalmente camuflada, casi integrada, diría yo, como una escultura en relieve testimonio de otros tiempos. Me ha dicho Juancar que va a ir allí para rapelar de esa anilla como homenaje a los aperturistas de la vía. Nosotros no nos atrevimos a tanto.
La Iradierti-Tet (quien conozca a Sergio lo suficiente, sabrá de qué va el nombrecito) ha quedado en 45 metros y una dificultad máxima de 6a+. La vía es bastante atlética y mantenida, la roca en el diedro es compacta, salvo en su entrada (donde intenté limpiar bien lo roto) y algún otro corto tramo. Se protege bien con un juego de friends medianos y pequeños y uno de fisus. No subestimar el grado.
Volvimos a casa contentos, después de un ejercicio de arqueoescalada que nos ha permitido recuperar del olvido una vía abierta por gente del club que incluiremos en el inventario de Ziordia.
Gracias Rafa por el post.
Te ha quedado muy guapo. Lo único que parece que estamos como cencerros. Aunque sea verdad. 😆
Y se te ha olvidado comentar que el rápel de bajada te deja en el pie de vía de la «Sopa de Perejil» y a nada de la «Pop Circus» a las que pueden servir de «calentamiento» y les daría unos metros más.