Ludópatas

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Llevo varias semanas debatiéndome entre escribir o no escribir este artículo. Por un lado pienso que a nadie debería importarle lo que yo opine sobre el tema del que trato, pero por otro, como presidente de un club montañero que reúne a cerca de cuatro mil socios, me siento en alguna medida obligado a compartir mi opinión. Son muchos los socios que se han dirigido al club pidiendo información ante una situación muchas veces confusa, y hemos tratado de estar informados puntualmente, huyendo de especulaciones y tratando de dar información contrastada.

Por supuesto, no voy a hablar de la situación general en relación con el estado de alarma y la forma de afrontar la epidemia, mi opinión carece de interés en un tema que escapa IMG-7628 sin duda a la comprensión de un ciudadano medio más o menos informado. Allá donde expertos en salud pública, epidemiólogos, especialistas en enfermedades infecciosas, científicos y otros profesionales involucrados, tienen dificultades para abarcar en su totalidad y de una manera eficiente un problema de esta magnitud, es obvio que los “epidemiólogos aficionados” poco tienen que decir. En “El cuento de las comadrejas”, el remake de Juan José Campanella de reciente estreno en los cines, uno de los personajes responde a un comentario sobre la dificultad de cierta profesión: “todas las profesiones son difíciles, por eso son para profesionales”. Pues eso.

Ahora bien, hay un aspecto que me toca de cerca como gestor de una entidad montañera, y es la forma en que las medidas que afectan a la movilidad de las personas condicionan nuestras posibilidades de ir al monte. Mi sorpresa ha sido mayúscula al constatar la actitud egoísta, pueril y poco empática demostrada por un grupo significativo de montañeros y escaladores, tan preocupados por sus actividades de ocio que terminan por frivolizar la situación general y demuestran una escasa capacidad de adaptación. Quiero pensar que no son mayoría, pero sí es cierto que cacarean mucho y muy alto creando, como un coro de plañideras a pleno pulmón, una corriente de opinión en clave absolutamente negativa que lo invade todo. Tal es así que he llegado a leer el calificativo de “grave situación” por parte de un estamento de gestión deportiva para referirse al recorte de libertades que supone que a uno no le dejen ir al monte. Perdón, grave es la situación que dificulta el abastecimiento de EPIs al personal de las residencias de ancianos, grave es la posible saturación de unidades de cuidados intensivos de los hospitales, grave es que alguien enferme, sea ingresado durante un mes y muera sin la compañía de sus seres queridos, graves son y serán las consecuencias económicas que lleven al desempleo a muchos trabajadores, pero que tú no puedas ir a escalar o a caminar por el monte cuando y como quieras es una simple anécdota. Hace poco un amigo tachaba de injusta la situación que ha llevado al cacareado eslogan de que “podemos ir a beber en una terraza a cualquier hora pero al monte a las seis de la mañana”. Eso no es ni justo ni injusto, vamos a hablar con propiedad, el idioma es una herramienta que puede utilizarse con mayor o menor precisión, di que eso te jode, te jode porque te obliga a trastocar tus planes cotidianos. Calibrar la “justicia” de las medidas que nos afectan, según nos resulten cómodas de cumplir o no, es egoísta e insolidario.

Mi amigo Iñaki M tiene, a medias con su mujer, un bar con terraza por el que paga un elevado alquiler, tres empleados con un ERTE y, como mucha gente, las obligaciones económicas propias de una familia con dos chavales en edad escolar. Poder trabajar, aunque sea a bajo rendimiento, le permite aliviar parte de sus deudas. Lo mismo puedo decir sobre las empresas de turismo activo y el otro célebre eslogan de “puedo ir al monte pagando, pero no gratis”.

La estrategia de contención de la epidemia y su intento de compatibilizarla con las diversas actividades no es difícil de entender. Bien es cierto que se puede plantear de distintas formas y habrá diferentes fórmulas. A todas ellas les podríamos poner pegas, seguro. Pero tampoco es difícil de entender que cada colectivo que demanda debe asumir unas limitaciones. Los ancianos pueden salir a la calle, asumiendo un horario limitado, igual que los niños, mi amigo Iñaki puede atender su negocio, de momento a bajo rendimiento, y los montañeros podemos salir al monte con limitaciones de horario y territorio. ¿Dónde veis el problema?

Hay que ser ludópata, o consumidor compulsivo, para no poder superar la frustración que suponen esas limitaciones, y hay que ser frívolo y carecer de empatía para que, en una situación con más de veinticinco mil muertos, nos preocupe hasta ese extremo algo tan trivial. Dentro de la preparación de un montañero o de un escalador, los aspectos psicológicos tienen una gran importancia, yo creía que cosas como la paciencia, el estoicismo o la capacidad de sufrimiento, aspectos que se suelen poner en juego en el desempeño de sus actividades, eran ingredientes propios de la personalidad del montañero. Sin embargo, veo en nuestro deporte ciertas actitudes caprichosas e inmaduras, el deseo de satisfacer un impulso sin reparar en nada, más allá del propio interés.

Solo espero que no sean mayoritarias.

 

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16 respuestas a Ludópatas

  1. Sergio Martín dijo:

    100% de acuerdo Rafa.
    Entiendo que hay ganas de ir al monte, de escalar y hacer todas esas actividades que tanto nos gustan. Y lo entiendo porque las comparto.
    Lo que intento no compartir es esa ansiedad por salir a practicarlas a cualquier costa. Y mucho menos las críticas generalizadas a las medidas tomadas simplemente porque no me dejan hacer lo que quiero, como quiero y cuando quiero.
    Al final parece que el problema residiera en poder o no ir al monte o a escalar. Pues no. El problema es que han muerto más de 27000 personas y hay que hacer algo para que el número no siga creciendo. Y a poder ser minimizando los efectos en los que ya han sufrido los daños colaterales de las medidas tomadas.
    Mientras tanto en vez de cultivar la ansiedad y la crítica, en la mayoría de los casos poco constructiva y confrontadora, mejor haríamos en cultivar virtudes más positivas como la paciencia, la tranquilidad, la comprensión y la empatía.

  2. Mikel dijo:

    Hola Rafa! no soy muy aficionado a dar mis opiniones en público pero como socio del club que presides me gustaría comentarte que estoy de acuerdo en todo lo que dices en tu muy valiente artículo.
    He llegado del Adarra hace un rato y como tengo que ir tan temprano me ha dado tiempo a leer …no hay mal que por bien no venga.
    Y en este periodo he aprovechado para hacer cosas de las que siempre decía «a ver cuando me pongo».
    Y en verano haré lo que pueda; mientras haya ilusión por hacer cosas da igual en los Alpes, en Pirineos, en un parque natual de Leon o paseos por la costa de Cantabria.
    Y cuando acabe mis planes de monte o paseo iré a la terraza de cualquier Iñaki M.para en la medida de lo posible ayudar a que este «rollo» vaya lo menos mal posible.
    Saludos.

    • Muchas gracias Mikel, es reconfortante leer comentarios ponderados y sensatos (aunque estoy convencido de que, aunque no sientan la necesidad de expresarlo, hay mucha gente que comparte esa sensatez). Ánimo, que pronto estaremos a «pleno rendimiento».

  3. Begotxu dijo:

    Estimado Rafa,
    No nos conocemos pero comparto la misma pasión por las montañas.
    Pertenezco a un club de montaña de Álava y estamos asistiendo al debate que comentas.
    Me causa estupor comprobar cómo hay personas que sólo quieren hacer lo que les da la gana y cuando les da la gana.
    Y punto.
    Parece que ahora todos nos hemos convertido en expertos mundiales en pandemias desde el sofá en nuestra casa (recomiendo la lectura del libro «Manual del Covidiota» en el que también se describe al «Covidente») siempre tenemos al lado alguien que lo había visto venir y, además, lo sabría hacer muchísimo mejor.
    Gestionar el infierno en el que se ha convertido la pesadilla de esta pandemia provoca que cualquier gobierno, inevitablemente, cometa errores.
    Criticar cada cuestión de forma sistemática (con poso de resentimiento incluido) me suena a rebote de adolescente y a soberbia.
    «Coartar libertades» es lo que se hace, por ejemplo, en Turkmenistán,.por favor!
    Aquí sólo nos piden restringir movimientos de forma temporal por nuestro bien y por el bien común, que están por encima de todo.
    Que se no reconozca ese extremo tan básico demuestra un egoísmo supino. Esta situación hace aflorar el fondo que tiene cada uno.
    Así que: aplaquemos nuestra ansia, peinémonos la cresta y salgamos un poco de nuestro ombliguismo para mirar ahí afuera a los que de verdad están sufriendo!

  4. Joseba dijo:

    Une hauetan funtsezkoa da gutako bakoitzak daukagun onena ematea, eskuzabalak izatea, egoismoak bazterrean uztea. Batzuk, ordea, ez dira horretaz jabetu. Eta okerrena: ez dira jabetuko.
    Zorionak, Rafa, ausardiagatik eta, beti bezala, zentzuz gainezka idazteagatik. Esan beharrik ez dut erabat ados nagoela. Animo, hau pasako da eta.

  5. Pues yo te matizaria alguna cosa….me parece muy bien q respetes todo lo q las autoridades te marcan, pero no me parece bien q no nos dejes hacer de epidemiológicos aficionados a los q no nos apetece decir amén Jesús a todo, sobretodo si me está condicionando tanto la vida….tengo tanto derecho como tú a no conformarme con lo q me imponen si no estoy de acuerdo con este «circo»….Los 25000 muertos no me dan igual, como tampoco me dan igual los muertos de la guerra de Siria, de Palestina, de hambruna en África mientras aquí estamos de puta madre…y no es demagogia…y tú ya piensas cuando vas al monte, eso sí, respetando las reglas a rajatabla, con unas botas de puta madre, con tu goretex, con tu ropa técnica cojonuda, en la miseria de los q han fabricado todo ese material, gran parte de ellos niños??? A ver si vemos la viga en el ojo propio y no tanta paja en el ajeno….q aquí reflexionar lo hacemos casi todos!! Pero no coincidimos ni tenemos q hacerlo!! Vive y deja vivir

    • Hola Peio, efectivamente, tenemos todo el derecho a opinar sobre lo que nos afecta, por eso he expresado mi opinión sobre las opiniones expresadas por otros. Y tú has expresado tu opinión sobre mi opinión de lo que opinan otros. Ves, si hasta estamos de acuerdo…

  6. Nieves dijo:

    Gracias por este post. Pensaba que el mundo montañero había perdido por un momento la empatía, pero veo que no. Los contagios siguen ahí, los muertos siguen ahí… lo que pasa es que al descender, ya tenemos hueco en los hospitales si enfermamos.

    100% de acuerdo con la opinión del autor del post.

    Amo la montaña, pero mi prudencia es mayor que mi ansia de salir a caminar.

    Y sobre lo del bar… mi hermano tiene una horchatería y de sus ingresos depende que puedan alimentarse él y su hija cada día (porque con las ayudas del gobierno a los autónomos, que bienvenidas sean… para qué os voy a contar). Recordemos que la pobreza extrema también mata.

    Todavía no ha abierto por prudencia, seguramente lo hará el lunes que viene cuando tenga bien dispuesto todo el protocolo y recomendaciones sanitarias para poder trabajar con tranquilidad.

  7. Mikel dijo:

    Eskerrik asko Rafa por estas palabras, paciencia, empatía, menos egoísmo, crítica constructiva sí, crítica de barra de bar y destructiva no, hagamos caso a los profesionales como bien dices, aunque también se equivoquen por supuesto, pero al fin y al cabo me temo que esto es nuevo para todos y estamos aprendiendo sobre la marcha… Un abrazo de un viejo compi del roko!

  8. Álvaro Véliz dijo:

    Hola Rafa,
    En primer lugar, gracias por la labor realizada desde el club de información y aclaramiento de las dudas causadas por esta situación anómala que ha nos ha tocado vivir.

    Después de haber leído con atención tu post, he de decir que estoy de acuerdo en lo que expresas. Está situación ha puesto de manifiesto la sociedad individualista en la que vivimos y la “curiosa” jerarquía de nuestras convicciones morales. Y es que, al parecer, nos indigna más no poder ir a nuestra segunda residencia o a escalar que tener un sistema sanitario colapsado.

    De todos modos, creo (y quizás sea un ingenuo) que, en la mayoría de los casos, la apariencia egoísta que se desprende de los comentarios que hacemos no se corresponden del todo con la praxis. Se trata, sin duda, de reacciones viscerales consecuencia de la falta de reflexión y uso sosegado de la razón; ocurre en otros muchos ámbitos.

    El problema es cuando pasamos de la queja por falta de reflexión al incumplimiento de las normas, o peor aún, al incumplimiento de éstas a pesar de haber reflexionado y, por lo tanto, ser consciente de la situación. Quizás esté equivocado, pero prefiero pensar que muchos comentarios que se oyen son mas bien fruto de esa falta de reflexión que por una actitud deliberadamente egoísta y egocéntrica. No sé… quizás sea muy naif por mi parte. En lo que sí coincido plenamente es en que esta actitud, a pesar de no ser mayoritaria, resuena con fuerza y inunda todo de negatividad.

    A nivel personal, debo reconocer que, en ocasiones, la situación me ha superado y he formado parte de aquellos “rebeldes” que se quejan por las medidas adoptadas, y es que hay varios factores que pueden llevar a uno, en un momento dado, a actuar de manera impulsiva. Es por ello que me doy “parcialmente” por aludido al leerte. Por suerte, he sido capaz de darle la vuelta tras pararme y reflexionar… he ahí la cuestión: REFLEXIONAR.

    Por otro lado, una legislación en ocasiones confusa ha provocado que mucha gente, con la mejor de las intenciones y sentido cívico, opte por consultar a las autoridades y/o entidades sobre cuestiones referentes a la libertad de movilidad. Al final, en muchas ocasiones uno desiste, se frustra, pero aguanta y respeta.

    Lo admito, soy culpable da haber manifestado mi deseo a salir, de no tener la templanza de pararme a reflexionar antes de expresarme visceralmente. Eso sí, en última instancia, y como yo supongo que tantos otros, siempre he respetado. Creo, que debemos ser comprensibles y empáticos con todos (en primer lugar, con los colectivos que han estado al pie del cañón), y esperar lo mejor de cada uno. Sólo espero no haber parecido egoísta, pueril y falto de empatía cuando tras 2 meses he consultado algo referente a la libertad de circulación.
    ¡Un abrazo Rafa! Da gusto leerte.

  9. Hola Álvaro, gracias por tus comentarios. Lo primero de todo, aclarar que los calificativos de egoístas y faltos de empatía no se refieren, ni mucho menos, a quienes habéis demandado información sobre lo que se podía hacer y lo que no, ¡faltaría más! Desde la JD del Club y desde Secretaría, hemos entendido desde el primer momento que una de nuestras labores era tratar de facilitar esa información a los socios, hasta donde nuestra información y entendimiento alcanzara.

    Respecto a lo demás, seguramente tengas razón en que, gran parte de los comentarios se originan en la pataleta fruto de la frustración que produce sufrir ciertas limitaciones en aquello que nos gustaría hacer. Pero creo también que vivimos un momento en el que los medios permiten la difusión de esos comentarios sin el filtro de la necesaria reflexión que comentas. Ello crea con facilidad un «clima» en el que el oportunismo, la demagogia y el populismo, pescan en ese río revuelto a manos llenas. Nos quejamos a menudo de quienes nos gobiernan, es un derecho inalienable de la libre expresión, sin duda, pero no veo que nadie haga autocrítica en la misma proporción cuando, según mi limitado entendimiento, debería ser una obligación vinculada a ese derecho.

    ¡Un abrazo, Álvaro, nos vemos en la roca!

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