Pintar no es algo que se piense con los pies, sino con la cabeza, por lo tanto esta galería no debería tener cabida en viejaszapatillas.com. Sin embargo, el tema de estas pinturas es la montaña (más o menos) y ahí sí que, para moverse, hay que usar los pies. Yo no soy pintor, soy montañero, para mí pintar la montaña es una forma de apropiarme del paisaje, hacerlo mío. Del natural, sobre el terreno unas veces, otras en mi casa a partir de fotos y de recuerdos. Mientras pinto, el placer de la contemplación que compartimos todos los montañeros se intensifica, recrearme en los detalles y manipularlos me permite una idealización del paisaje para adaptarlo a mi antojo, si es preciso. La fotografía no puede ofrecerme eso.
Puedes ver aquí mis dibujos y pinturas.
LESCUN
El circo de Lescun es uno de los lugares con más encanto que conozco, en él se mezclan lo bucólico de su paisaje al pie de las montañas, salpicado de pequeñas granjas, con las agrestes paredes calizas que lo rodean, donde se han escrito algunas de las páginas más épicas de la escalada en el Pirineo.
Voy a menudo a Lescun, me gusta especialmente en otoño, cuando los frentes atlánticos dejan sus nubes enredadas en lo escarpado de sus montañas, insinuando formas que se vislumbran apenas con sus tonos ocres y grises. La sensación de soledad y melancolía te invade paseando por sus bosques en esos húmedos días.
BALAITOUS
El abri Michaud es un lugar cargado de historia, el guía André Michaud pernoctaba allí con sus clientes, al pie de la Gran Diagonal, camino del Balaitous. Muy cerca, el conde Russell y los hermanos Cadier dieron nombre a otros lugares singulares en los que buscaron refugio en noches de tormenta, Le Rocher du Dejeneur, Le Rocher du Coucher. El amanecer en estos lugares, tras el vivac sobre los lagos de Arriel, es una experiencia que merece la pena.
COLLARADA
La luz es un diablillo que cuando sale de la botella transforma con su magia el paisaje, en apariencia inmutable. Estos tres pequeños apuntes los tomé desde casa, en Villanúa, en tres momentos de un mismo día de agosto. Mendi es una persona entrañable y un pintor al que admiro, un año pintó desde la playa de Zarautz el ratón de Getaria 365 veces, una cada día, os aseguro que todos los cuadros, de pequeño formato como a él le gustan, son diferentes.
JAIZKIBEL
Jaizkibel está formado por una sucesión de laderas que se precipitan en el mar. Los elementos del paisaje conforman allí un espacio de líneas simples como el armazón de un decorado que falta por adornar. Expuesta al Noroeste, recibe de cara las borrascas cargadas de humedad. Ruge el viento entonces y el olor del salitre sube desde las rompientes saturando el aire. Las noches de tempestad se siente el mar como algo vivo, allá abajo, que inquieto quisiera alargar sus brazos poderosos tratando de engullirlo todo.
En el paraje de Gaztarrotz hubo una vez un caserío del que hoy tan solo sobreviven dos muros de piedra que apenas sobresalen de entre los matorrales. Pintar esta acuarela (un poco naif) fue una experiencia curiosa. Sabino, que pasó allí buena parte de su infancia, me pidió que se lo pintara. Con ayuda de unas pocas viejas fotografías que reproducían una vista parcial y los recuerdos de mi suegro, reconstruimos lo que en su día debió ser Gaztarrotz. De la docena de caseríos que hubo desde Justiz, cerca de Guadalupe, hasta Pasajes, ni uno sólo queda hoy en pie: Lete, Sagatxaga, Iñalurreta o Zunbillondo, los vecinos más próximos y con los que se compartían las tareas del trabajo comunitario y las pequeñas cosas de la convivencia cotidiana, son hoy también ruinas apenas perceptibles en el paisaje.
BENASQUE
Cargar lo imprescindible en una mochila y pasar tres días cresteando de pico en pico en el Pirineo es mi forma preferida de andar por la montaña. Dormir al raso con un saco y una funda de vivac, forma parte de la estrategia. El único lujo que me permito, o al que me obligo, es mi cepillo de dientes. Y, por supuesto, algún buen amigo.
Aunque me guste tiritar de frío en un alto collado contemplando las estrellas, soy capaz de aceptar determinados sacrificios y un baño relajante después de esquiar, una buena cena y una cama caliente, son cosas que sobrellevo con dignidad.
DONOSTIA
Yo no soy donostiarra, aunque es la ciudad en la que vivo desde hace muchos años. No comparto el entusiasmo de mis vecinos por su ciudad porque es, eso, una ciudad, y a mí, por definición, no me gustan las ciudades (aunque disfruto de sus ventajas). Sin embargo, reconozco una virtud de San Sebastián de la que no sé si todos mis conciudadanos son conscientes y es la forma en que la naturaleza está integrada en ella. Esta acuarela es un boceto de un cuadro más grande que pinté para una amiga donostiarra que vive en el extranjero. Busqué la perspectiva más salvaje de esa naturaleza que inunda literalmente la ciudad, la vista desde el Peine del Viento que reproduce casi la que un marinero tendría acercándose al puerto. Algunos se empeñan en «adornar» esa naturaleza con sus hierros retorcidos, sus remeros de catorce metros en la isla (creo que este proyecto se ha abandonado ya, por suerte) o su Sagrada Víscera en lo alto de Urgull. Con algunos de ellos he tenido que aprender a convivir, otros prefiero no pintarlos.
El caserío de los padres de Ixiar, al que se me olvidó pintarle la chimenea, está a la orilla de la carretera entre Hernani y Donostia. Se sitúa, como otros muchos, en la frontera entre el pasado y el presente, entre la tradición y la modernidad. La urbe lo va asfixiando poco a poco y está condenado a desaparecer.
VALLE DE ASPE
Aunque he pintado desde crío de forma autodidacta y sin preocuparme demasiado por los resultados, hace cosa de cinco años recibí durante unos meses clases de acuarela. Mi profe me decía siempre que no definiera tanto las formas, que la técnica de la acuarela requiere ese punto casual, espontáneo, que da frescura a las obras de calidad. Sin embargo, yo no soy pintor, soy montañero, así que me considero exento, ¿puede alguien imaginar que vaya a pintar el Midi sin la Punta Jean Santé, o el Palas sin el Pitón Von Martin, o el Balaitous sin la Aguja Lamathe o la Brecha des Isards?
URBASA Y ANDIA
De vez en cuando la nieve nos visita en cotas lo bastante bajas como para esquiar en Aralar o en Urbasa. Son ocasiones únicas para redescubrir un paisaje familiar desde una óptica completamente diferente y disfrutar, también, de una forma diferente de esquiar donde prima la sensación de descubrimiento sobre el placer del deslizamiento en un medio domesticado. Aunque nieva menos, prefiero los paisajes abiertos y llanos de Urbasa sobre los de Aralar, normalmente también es más fácil esquiar en soledad.
El valle de Yerri, al pie de la sierra de Andia, es un lugar especial para mí. He pasado muchas horas recorriendo sus rincones a pie, corriendo, en bici, esquiando, haciendo rollerski, escalando, haciendo windsurf o en piragua. Todo ello en un área de no más de treinta kilómetros de punta a punta.
PASEAR BAJO LAS MONTAÑAS
La cima de una montaña ejerce una poderosa atracción para el montañero y culminar una ascensión le produce una sensación placentera de objetivo cumplido. Sin embargo, para mí el valle al pie de las montañas es un lugar igualmente atractivo, me siento igual de montañero encaramado a una afilada arista, contemplando el paisaje a mis pies, que en el fondo de un profundo valle estirando el cuello para mirar hacia las cumbres que me rodean.
EL PARQUE DE AIETE
El Parque de Aiete está al lado de mi casa, mi jardín lo llamo. Corro casi a diario por sus senderos de arena. Si puedo correr. Cuando no puedo me acerco a pasear, a sacar fotos o a pintar, cuando sea viejo me sentaré en un banco a la sombra y leeré. Si puedo leer.
En realidad, ya sabía que me iban a gustar…Eso sí, no tengo claro si prefiero el óleo o la acuarela, los paisajes desolados o la vida resuelta en los colores de tu paleta y a la luz de tu mirada, no sé…En todo caso, los pintes pensando con la cabeza o con los pies, sígue pintando y colgándolos en este espacio. Y de paso, cualquier día de estos, nos podemos sentar y negociar delante de un té (elige si rojo o verde, total lo vas a hacer tú…) cuál de ellos es «prescindible» para ti y, despues del té, me iré de vuelta a casa con el botín resguardado en un cilindro de cartón, a la espera de enmarcarlo y colgarlo en mi pared…
¡¡¡No, por dios!!! En un cilindro ¡NUNCA! Llévate los que quieras pero, por favor, ¡en una carpeta!
Voy preparando el té. Besos.
.rafa
Hola, Viejas zapatillas, tanto tus pinturas como tus escritos me han parecido magníficos. Encontrarte ha sido una sorpresa muy agradable.
Saludos montañeeros desde Barcelona.
Muchas gracias Vicente, viniendo de ti, el elogio es doblemente agradecido.
¡Un abrazo!
.rafa